ANDRÉS MOURENZA (Texto y foto)
“Kleftes, kleftes (ladrones). Estos políticos son unos ladrones, los votas y luego roban todo el dinero, debería estar en prisión”, se queja el taxista Yorgos. Su negocio, como muchos otros, no va bien. El centro de Atenas se convierte por las noches en una procesión triste de amarillos vehículos vacíos. En el aeropuerto, los hay que esperan hasta cuatro horas para conseguir un cliente.
Kostas, otro taxista, paga 35 euros al día al propietario del vehículo que conduce pero atrás han quedado los buenos tiempos y ahora muchos días no llega a esa cantidad a pesar de pasar toda la jornada al volante, excepto cinco o seis horas de sueño: “La gasolina está por las nubes (1,85 euros el litro de sin plomo, más de la mitad de impuestos) y ya nadie coge el taxi porque no tiene dinero”. Seguir leyendo